2 ene 2008

Cerro El Plomo... casi blanca Navidad.

Luego de una semana de preparativos, los cuales más allá de las compras de mercaderías de rigor, incluyeron también el coser y remendar ropa de montaña junto con la fabricación de unos muy calientes guantes y de unas "patitas" de pluma para la noche. Partimos a media mañana del sábado 22 rumbo a Santiago, donde todavía nos quedaba una vueltecita por conocidas tiendas de montaña en busca de algunas cosas que nos faltaban. Largo paseo por Providencia, lo cual hicimos a pie, nos permitió, en palabras de Luis Mora, "juntar calor", pues entraríamos dentro de poco a zonas muy heladas y gélidos vientos. Así las cosas, casi a las cuatro de la tarde enfilamos hasta La Parva, donde estacionamos el "Mora-Móvil" al final del camino, al pie mismo del Paso Franciscano, inicio del sendero hacia nuestro objetivo: El Plomo.


Grata sorpresa encontrarnos con nutridos grupos de andinistas bajando de las diversas cumbres que componen el grupo de cerros de la zona. Tanto del Leonera -por el día muchos de ellos-, como del mismo Plomo y el Pintor, venían personas pertenecientes a los más diversos clubes de la capital. Tambén independientes, simplemente amantes de la montaña. Compartimos algo de agua con ellos, y algunos minutos de conversación, deseándonos mutuamente la mejor de las suertes. Fotos de rigor, que gentilmente nos tomaron, las cuales retrataron el inicio de nuestro periplo.
Cabe mencionar lo "excesivamente seguros" que íbamos, debiendo al momento de partir, dejar casi un tercio de lo que cargaban nuestras mochilas, tanto en ropa como en alimentación, ya que el tiempo estaba espléndido. Así es que, a buen recaudo dentro de la camioneta, nos esperaría ropa limpia y comida para el regreso. Partimos. Luego de la primera subida a Laguna Piuquenes tomamos los interminables lomajes que conducen a Piedra Numerada, lugar planeado para nuestro primer campamento. De inmediato saludando gente conocida en el camino (que dormirían en la laguna para hacer el Plomo por el día a la mañana siguiente!!!). A pesar de la carga dejada en el vehículo, sin duda las mochilas pesaban sobre nuestras espaldas, debiendo parar en repetidas oportunidades para acomodarlas y descansar. Un alivio ver los verdes prados de nuestro añorado campamento, el cual parecía jamás acercarse. A la distancia distinguimos una carpa y, como dos hormiguitas, a nuestros futuros vecinos. Es increíble lo que uno quiere llegar a descansar luego de portear por tanto sube y baja todo el arsenal necesario para cuatro días, el cual descargamos rápidamente, para armar la carpa y comer, comer, y comer. Tallarines con queso rallado para el primer día. Y harto té, bien caliente y reponedor. Eran ya las siete de la tarde. Algo de conversa con los vecinos, y a dormir temprano.


Día 2: Dormimos hasta que nos dió puntada, a eso de las diez y media de la mañana. Levantarnos todo lo relajados que quisimos, un potente desayuno, galletas, y grata conversa con los vecinos y el amigo que iba al Plomo por el día, quien en Agostini se devolvió (Jaime, de una conocida tienda de montaña). Diversos pájaros nos acompañaban, buscando restos de comida y curioseando a nuestro alrededor. Hartas fotos. Nuevamente dejamos carga, esta vez bien oculta bajo una piedras pues estaba bajando un montón de gente, la cual veíamos a la distancia. Las mochilas bajaron de peso otro tercio. Caminar, con hartas paradas para fotos, agua y descanso hasta Federación, haciendo un descanso más prolongado para subir luego a La Hoya, lugar muy protegido de los vientos y con muchas pircas listas para recibir nuestra carpa.

Ocupamos la misma que Luis había utilizado años atrás. Comida, hidratación y fotos nuevamente. Recogimos agua del pie de los hielos que llegan casi al campamento, en donde un gélido arroyo nos surtió de forma estupenda. Escuchar radio, leer y conversar hasta el anochecer. De vez en cuando, y pasando por zonas donde había algo de señal celular, recibíamos los mensajes de llamadas perdidas de nuestros queridos compañeros andinos, quienes nos enviaban toda su fuerza desde Rancagua, y a quienes sinceramente agradecemos. Antes de dormir, debimos lamentar la noticia de que Luis decidía no subir a la cumbre al día siguiente, por problemas físicos, ante lo cual nos aconsejó respecto de cómo ascender el cerro según su experiencia previa, y nos deseó lo mejor. Dormimos excelente, quizá el efecto de toda la energía positiva que veníamos acumulando desde hace tiempo, mentalizados fuertemente con este objetivo largamente codiciado, como un sueño lejano que ahora teníamos en frente nuestro, completamente tangible como una meta a cumplir en breves horas y plenamente alcanzable ya a esta altitud.
Día 3: Día de cumbre!!! Sólo quedaba aplicar nuestra completa disposición. De acuerdo al buen tiempo reinante, decidimos levantarnos a las 3:OO AM, contrariando los consejos de todos quienes, bajando, nos habían comentado su propia estrategia para el cerro. Apenas sonado el despertador, como resorte saltamos fuera de la carpa, raudos a tomar desayuno y preparar las mochilas para nuestro desafío. Tanta preparación se extendió hasta las 4:30 AM, hora en que finalmente salimos a la luz de una luna resplandeciente maravillosa, lo cual nos permitió casi no usar nuestras linternas frontales.
Tomamos la ruta más que marcada, la verdadera carretera que conduce hasta la apetecida cruz de cumbre, sin dificultad alguna. A muy buen ritmo llegamos a Agostini, en donde vimos a nuestros vecinos y un hombre con un perro salir a doscientos metros por delante nuestro. Diversas paradas, de descanso y de comida (mucha comida!!!), nos fueron acercando cada vez más a cumplir nuestro sueño. Las luces del amanecer nos acompañaron en las horas más heladas, las cuales sin embargo no fueron insoportables. Increíblemente, en varias ocasiones incluso nos sacamos guantes y gorro. Desde lo alto, las siluetas de nuestros cerros de la costa, desde el Llivi Llivi hasta Puerta Cordillera, se recortaban nítidamente, haciéndonos recordar como en tantas ocasiones aquellas veces que desde sus cumbres, ahora pequeñas, habíamos mirado hambrientos al monstruoso Plomo en la distancia. Sigue el ascenso, ya con más calor, el sol nos calienta suavemente, lo cual es muy bienvenido. Casi no corre viento. Llega un momento en que el cansancio se hace notar, lo cual unido al sueño -quizá como primer gran efecto de la altitud- nos hace decidir una pequeña siesta en una pirca justo antes del cruce glaciar. Nuestros vecinos, siguen adelante, y se ven como pequeños puntos remontando el hielo en forma directa hacia el filo somital, ruta que nosotros seguiríamos también en un largo zigzag, ahorrando tiempo y variando la ruta normal, la cual plantea un cruce hacia el norte y el rodeo de un morro antes de tomar el filo superior. Interesante experiencia el realizar esta variante, la cual nos llevó por hielo durísimo en donde los crampones apenas si dejaban mella. Afortunadamente la pendiente era suave, y las zonas con acumulación de nieve nos daban seguridad en caso de algún resbalón. Piolet en una mano, bastón en la otra, avanzamos hasta llegar a un nuevo sector de acarreo, quítándonos lo crampones e iniciando la marcha final en pos de la cruz. Separados unos cuantos metros, me adelanto para corroborar la dirección en que íbamos.


Cristina ansiosa por ver la cruz. Y la cruz no aparecía. Sólo suaves lomajes, hasta que, en la distancia, nuestros compañeros de ascensión, ya bajando. Sorpresa mayúscula al ver que el hombre del perro venía, acompañado de su fiel animal, bajando ya. Demasiado increíble ver un peludo Golden Retriever en aquellas alturas místicas, sin mayor muestra de cansancio. El amo sí que venía cansado. Nueva conversación con el "vecino" y una fotito. Mutuas felicitaciones, Cristina se acerca, jubilosa, pues ya vemos la cruz. Nos despedimos de los amigos y enfilamos hasta nuestro objetivo final. Demasiado hermoso todo, demasiadas cumbres por escalar. La imaginación vuela, el corazón se acelera. Lo hemos logrado!! Tantos recuerdos, tanta gente, tantos amigos que quisiéramos tener allí!!! Los nombramos frente a la cámara. Escribimos el libro de cumbre. Tomamos algo de café. Media hora de gloria, y bajar. Son las 14:00 horas ya, las nubes se acercan, el cerro se cierra. Desandamos el camino, bajamos en minutos lo que nos tomó horas, las nubes llegan, se pone a granizar pasando a una suave nevazón. Disfrutamos los acarreos deslizándonos, casi esquiando, contentos, felices, pero con hartas ganas de llegar. La carpa nos espera, nuestro amigo Luis allí está. Sus brazos abiertos en la distancia nos saludan a la distancia. Gran abrazo al llegar, fotos, videos, descansar!!!!. Nueve horas de ascenso, tres de descenso!!!! Excelente, mejor no lo podíamos lograr!!!.

Dormir, leer, escuchar radio, hidratarnos y comer. Cambio de planes, nos quedamos ahí mismo por la noche.

Día 4: Día final, bajando a Piedra Numerada con vista a las montañas ahora cubiertas, las cuales tuvimos el privilegio de visitar con cielo despejado y excelentes temperaturas. Ahora, la tormenta cubría ya la zona, haciendo muy difícil y riesgosa la ascensión. Agradecemos al Altísimo todo cuanto nos entregó para lograr nuestro objetivo, el cual se veía complicado para quienes veíamos ahora subir.
Varias detenciones, recuperar nuestras cosas en Piedra Numerada, y para la casa. Infinitos lomajes, nuevamente!!!!, para llegar a La Parva, en donde finalmente pudimos abordar el esperado "Mora-Móvil" y regresar.

Amigos, compañeros, gracias totales por vuestro apoyo. En la distancia les sentimos, les recordamos, les abrazamos en este logro tan acariciado por nosotros. Querido Luis Mora, con su gran experiencia, con su humildad, sin duda un grande, con quien pudimos siempre contar.

Nos sentimos distintos, más grandes y también más chicos. No será esta la primera ni última gran cumbre. Por supuesto que vienen más.

Comentarios:Rodrigo Aliaga S.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

se me olvidó escribir que media hora antes que nosotros estuvieron en la cumbre Thorin y sus amigos, lo cual supimos por intermedio de "los vecinos" y "el hombre del perro", de quienes se despidieron antes de emprender rumbo al Littoria ...

el tipo que bajó el Plomo, y que pretendía subirlo por el día pero se arrepintió a medio camino por la hora, era Jaime Salas, de ANDESGEAR ... como me lo suprimieron, escribiendo "una conocida tienda de montaña" ,,, lo repongo ,,,

PD: mi redacción es una de las cosas que quiero en esta vida, así que no me la caaaambien plis ,,, ya??

seguimos conectados ,,, cualquier otro detalle que recuerde lo posteo aquí mesmito ,,, bye

Anónimo dijo...

Esperemos saber algo más del estado de salud de Roberto, yo lo llamé hoy pero no hubo manera, lo intentaré más tarde.

P.D.: da igual que sea de Andesgear o de cualquier otro negocio de montaña lo que se intenta es no hacer publicidad ya que NO es el objetivo del blog, por lo que cualquier comentario referente a estas de forma innecesaria no aparecerá en el posteo central o será cambiado del mismo. Por lo tanto, se ha de procurar no incluir estas referencias o hacerlas únicamente de forma privada así como lo has hecho.
Gracias...y seguimos "online".